Obsesiones de Wong Kar Wai
Mientras esperamos la decisión del jurado, ofrecemos algunos fragmentos de una entrevista realizada por José María Aresté en DeCine21, en la que habla de sus dos películas anteriores: Deseando amar (In the Mood for Love) y 2046.
Sus películas son extraordinariamente visuales, de modo que parecen expresar lo que los personajes no dicen con palabras. ¿Son estos filmes un esfuerzo por comunicar lo incomunicable?
Hay distintos aspectos sobre el enamoramiento. En Deseando amar, hay dos personas que comparten un secreto. Viven en una comunidad donde los vecinos están muy cerca, observándoles, y ambos saben que su esposo o esposa le ha traicionado. Ése es el secreto que comparten y lo que les lleva a estar estrechamente vinculados. Y pasan el tiempo en esa habitación de hotel, que es el lugar donde están a salvo de los demás. Es más, incluso todo lo que ocurre en esa habitación es también un secreto compartido. El título habla de ese aspecto, de ese “mood”, que es algo así como la atmósfera o predisposición para el amor que existe entre ellos.
En 2046 él es un escritor, que vive su trabajo como una terapia, porque vive aún obsesionado por esta mujer. Pero aquí no se trata de una mujer de carne y hueso, sino que es sólo un recuerdo que él intenta recuperar en cada mujer que encuentra. Al principio pensaba que él está triste porque no puede tener a quien quiere, pero luego, según avanzaba la historia, llegué a pensar algo totalmente distinto: que él realmente la quiere porque no ha podido tenerla, porque es un ideal inalcanzable.
¿Podría decirse que en las películas ofrecen las dos caras de ese “mood” ?
Sí, hay una antítesis. En la primera había amor, pero no había nada físico, y en la segunda él está obsesionado con encontrar ese mismo amor en otras mujeres, y aunque no lo encuentra, esta vez sí que tiene relaciones físicas con ellas…
Quizá se puede concluir que el amor es mucho más que la pura relación física, puesto que hay más amor en la primera película…
El amor es un tema demasiado grande. Frente a él sólo somos unos principiantes. Es imposible dar respuestas, más bien lo único que podemos hacer es aportar diversas posibilidades.
Se diría que el protagonista no puede atrapar ese amor de la primera parte porque se ha vuelto un egoísta. Pese a que hay algún detalle de amor desinteresado con la hija del dueño del hotel, falta una verdadera entrega.
Más que egoísta, yo diría que quiere estar a salvo. En sus nuevas relaciones, él ha sufrido más que las mujeres, porque ha descubierto más cosas sobre sí mismo a través de esas relaciones.
Comparando las dos películas, pienso que es más difícil llegar al público con esta película que con la primera. En Deseando amar había un foco muy fuerte –la historia de amor– y en 2046 hay sólo relaciones que el protagonista ignora adónde le van a llevar. Querría saber cómo se enfrenta usted a la dificultad de vertebrar esta segunda historia.
Si el público sigue a los personajes no creo que sea muy difícil de entenderlas. Pero es verdad que en Deseando amar había una historia muy sencilla. Aquí se trata más bien de los capítulos de una especie de diario del protagonista, unos capítulos que hablan sobre todo de lo que el amor significa para este hombre. Hay historias de amor, pero el film habla más de su concepción del amor. Además, 2046 está estructurada como si fuera un viaje mental del escritor; unas veces sus experiencias le recuerdan el pasado, y otras veces él tiene que inventar una historia del futuro.
¿Por qué eligió que el escritor escribiera una historia futurista?
Realmente el protagonista no habla del futuro con sus relatos, es más bien su imaginación la que entra en juego. Todo se basa en sus recuerdos, en cosas que han ocurrido y que él ya no puede controlar. Y como ahora no es tan feliz, imagina ese futuro de modo que pueda sentirse más a gusto.
Se trata en cualquier caso también de un futuro de infelicidad.
En los años 60 en Hong Kong había muchos intelectuales que habían emigrado allí desde China, y casi por obligación se convirtieron en periodistas que escribían sobre cualquier cosa: carreras de caballos, artes marciales... Eran temas que no dominaban, pero tenían que escribir para ganarse la vida. Y una de los modos más fáciles de hacer dinero era escribir porno. Yo quería hacer una película que hablara de la frustración de estos escritores, de la situación que vivieron en aquella época. Sin embargo, esa película sería demasiado intelectual, por lo que la idea se redujo finalmente a este personaje en concreto. Se cuenta su historia y su frustración, no sólo con las mujeres sino también en este ámbito.
Háblenos de su modo de rodar. Hay unas ideas principales, un guión básico, pero luego añade otras escenas, improvisa…
Los cambios que hago en las historias se deben a veces a decisiones creativas, pero muchas otras veces se deben a problemas. En esta película, por ejemplo, el sesenta por ciento iba a ser futurista, pero luego la producción se alargaba demasiado y hubo que cortar. Tampoco es que me guste tanto la improvisación, y aunque no se pueda decir que hay una historia completamente cerrada en mis películas, sí que hay una idea clara sobre la que trabajamos. Luego, el día a día te obliga a hacer cambios.
¿La disponibilidad de los actores afecta a la hora de concebir la historia?
Tenemos repartos muy grandes y lógicamente hay que adaptarse a la disponibilidad de los actores. Por ejemplo Tony Leung ha hecho diez películas en los últimos cinco años. Y esto supone el problema añadido de esperar hasta que esté disponible.
¿Hay alguna de las actrices cuya falta de disponibilidad obligara a reducir su historia en las película?
Sí. Sólo tuvimos dos semanas de coincidencia entre Tony Leung y Gong Li. La historia entre ellos la tuvimos que filmar al final de la producción y me hubiera encantado alargarla más, ya que la química entre estos dos actores es impresionante.
¿Tiene idea de seguir explorando este mundo? ¿De recuperar al personaje de Maggi Cheung, u otros personajes…?
¿Por qué? ¿Quieres un culebrón? No, ya en serio, sinceramente pienso que el público ya ha tenido bastante.
Su cine es muy diferente de la mayoría de películas que se hacen en la actualidad. ¿Hay algún director actual al que se sienta más afín? Y, al margen ya de la afinidad, ¿qué otros directores admira?
Es muy difícil para mí elegir un director al cual admire, porque he aprendido de las películas de muchos directores a lo largo de mi vida. Por otra parte, la gente dice que mi cine es especial, pero yo no lo noto, porque para mí es normal. Y, la verdad, no puedo captar afinidades con el cine de uno u otro director.
A veces se dice que es un director críptico. ¿Usted se considera críptico o tiene muy claro lo que quiere contar?
Lo tomaré como un cumplido…